Obra construida.
Por su situación dentro de la trama urbana, el bloque de viviendas proyectado actúa como transición entre la colonia de viviendas unifamiliares del Parque Conde de Orgaz y diversos espacios ajardinados y de esparcimiento de carácter público. Por tanto, la edificación se configura de manera distinta en función de las condiciones circundantes. Aunque todo el edificio mantiene la misma altura de coronación, la diferencia de cota entre la Avenida de Machupichu y la calle Algabeño, hace que se ofrezca una fachada de menor altura, disponiendo viviendas con jardines privados en planta baja, en la parte que dialoga con los jardines de las viviendas unifamiliares del Parque Conde de Orgaz. En la fachada opuesta, la edificación ofrece una imagen más urbana, con una altura mucho mayor, en consonancia con los edificios colindantes, asentándose sobre un zócalo destinado a espacios comerciales, separado de las viviendas mediantes un espacio abierto de soportales. La creación de este espacio abierto, libre de edificación, entre el zócalo comercial y las viviendas, genera una continuidad visual entre las zonas verdes comunes del interior de la manzana y los parques y jardines circundantes, evitando la sensación de manzana cerrada.
Para la configuración de la imagen exterior, se parte de un mismo módulo de 0,90 metros de ancho, alternando huecos y macizos verticales en función de las necesidades interiores de las viviendas. Sin embargo, esta estricta modulación vertical se desvirtúa en cada planta mediante deslizamientos horizontales que producen entrantes y salientes de geometría curva, cóncava o convexa, como las calles que delimitan la actuación.
Podríamos dividir el proyecto en dos, por un lado un zócalo destinado a usos comerciales y su garaje, con accesos desde la avenida de Machupichu y por otro la promoción residencial y su garaje, con accesos y funcionamiento independientes desde la Plaza Manuel Rodrigo.