Obra construida.
Al presentar el terreno una suave inclinación, se sitúa la vivienda en la parte más alta, para favorecer la contemplación del arroyo y de la cornisa de Madrid y liberar el máximo de parcela.
La imagen exterior se compone como reflejo abstracto del interior; volúmenes macizos, de ladrillo oscuro, y huecos, acristalados, enlazados por una envolvente blanca que une cornisas y cubiertas mediante un trazo continuo, trabando y caracterizando un conjunto, en el que cada una de las unidades se singulariza como tal dentro del grupo, ofreciéndose, a su vez, como complemento de la contigua.
La vivienda nace estructural y tipológicamente desde un patio interior, que organiza los tránsitos horizontales y verticales, y actúa como dispositivo de control climático, facilitando iluminación y ventilación natural.
Entrar, salir, estar, comer, cocinar, leer, jugar,… actividades cotidianas que encuentran soporte en amplios espacios abiertos en planta baja. El límite de la vivienda se difumina gracias al empleo de un mismo pavimento y de superficies acristaladas de suelo a techo.
Dormir, estudiar, vestirse,… experiencias más privadas tienen lugar en una planta alta, desde la que nos asomamos tanto al interior como al exterior. Se organiza de forma funcional, con independencia entre la zona de dormitorios infantiles, y la dedicada a las dependencias del dormitorio principal.